LA
TIRANÍA SIN TIRANOS
PREÁMBULO (Individualismo, ternurismo, tiranía)
Se parte de la
etimología de la palabra “idiota”, que vendría a ser algo así como “egocéntrico,
individualista”.
De ahí pasa a hablar de
la ternura y nos dice que, si bien en el pasado el poder se defendió mediante
la fuerza, en la sociedad actual aplica
la ternura, el buenismo, el sentimentalismo, para imponer sus intereses haciendo
creer al individuo que todo se hace por su bien.
Quizá los tiranos
seamos nosotros por conformarnos con nuestros intereses individuales en
detrimento de los colectivos.
LA DEMOCRACIA COMO
CERTIFICADO DE CALIDAD (Populismo,
soberanismo)
En algunos países
autoritarios del pasado ciertos líderes han conseguido perpetuarse en el poder
rediseñando las normas como en China o en Rusia. En este país, Putin gracias al
populismo (un manto de ternura) y una supuesta democracia.
En USA, como antes en
Italia, han llegado al poder políticos-empresarios y en otros países mediante
las sagas familiares se perpetúan en este.
Reino Unido, con la
victoria del Brexit, prefiere su independencia a un acuerdo colectivo
(UE), que está peor visto por las
fuerzas políticas más populares (populistas).
De ahí, que haya una vuelta al individualismo nacional
(soberanismo). Los regímenes
totalitarios han fracasado por no destruir la familia, territorio donde reina
la ternura, una ternura monstruosa que lo puede justificar todo.
LA TERNURA FRENTE AL
MAL
(Autoritarismo, justicialismo de las redes sociales)
Ciertas fuerzas
políticas intentan endurecer la legislación de una manera sutil y, sin embargo,
no lo presentan como castigo o venganza, sino alimentando la ternura por las
víctimas; reciclan el dolor de esa víctima en autoritarismo.
Las redes sociales nos
vuelven protagonistas a costa de someternos a un control voluntario y cuando
alguien es visto como culpable es denigrado públicamente en estas redes.
EL PÁNICO A LA MALA
REPUTACIÓN (Soberanismo, referéndum)
Lo virtual ofrece
inmediata satisfacción de nuestros deseos, pero, al mismo tiempo, facilita el
acoso, el pánico a ser vilipendiados.
Regresan los
individualismos nacionales (casos de Alemania, Israel, Turquía o Polonia).
La historia se decide
por mayoría. Todo se decide por referéndum.
Se pretende a veces
reparar la historia (memoria histórica), pero es solo pura cosmética.
COSMÉTICA DE LA TERNURA
(Soberanismo)
Se comenta de nuevo la
vuelta al individualismo, al encerrarse en la patria (muros) para aislarse de
los emigrantes que llegan en pateras.
LOS TIEMPOS SE
SUPERPONEN (Soberanismo, individualismo)
Al autor le sorprende
que las sociedades avanzadas en derechos humanos nieguen estos a los refugiados
políticos, campos de tortura, drones de guerra.
Para calmar esta culpa,
a veces se salva a un niño, con la ayuda de las ONGs, pero luego se fabula que
son delincuentes en potencia, que jamás se integrarán.
El juicio ajeno lo
hacemos con generalizaciones y exigimos que el nuestro sea individualizado. (Caso
de Aylan y caso de Colonia) La gente esperaba una señal para renunciar a la
ternura (Merkel pierde votos, triunfa AD).
A veces la sociedad se
apiada de los inmigrantes más desfavorecidos, pero para restablecer la imagen
de enemigos de Occidente los medios
muestran escenas de violencia, destrucción, etc.
ESCUELA DE
SOBREACTUACIÓN (Falta de privacidad)
Nos autodisculpamos con
la sobreactuación posterior.
Pasa a hablar de cómo
las redes sociales y el teléfono móvil han aniquilado nuestra privacidad y, por
ende, independencia.
APARICIÓN DEL PÚBLICO
(Populismo, mercantilismo, cultura-basura)
La democracia está
unida a la satisfacción del cliente, le ofrece una opción distinta.
Un día, las élites
artísticas perdieron su potencia frente a la potencia de lo popular: el público
no se equivoca (triunfa el mercado- la taquilla- frente al arte).
Los estudios de mercado
se comportan como verdaderos censores, suprimiendo la creación individual
frente a los cánones impuestos.
Con la llegada de
Internet, ganó por goleada la
pornografía, luego los vídeos gore (crueldad) y en tercer lugar, para
perdonarse, la ternura de bebés, gatitos, etc.
MEDIR LA FIEBRE
(Competitividad, mercantilismo, poder de las encuestas)
La competitividad del
deporte se impuso en el mundo de la cultura, presuponiendo que todos estaban en
igualdad de condiciones.
El medidor determina el
producto.
En lo laboral, se
valora al emprendedor triunfante en detrimento de los derechos de los
asalariados.
En lo político, las
encuestas se han convertido en la única ideología que los políticos respetan.
(La última vez que los políticos dieron la espalda fue en la reunión de las
Azores para invadir Irak).
LA MAYORÍA NO PUEDE
EQUIVOCARSE (Resultadismo, privatización)
La estadística
condiciona el arte, la política, la moda y la educación: rankings de centros
educativos (e incluso una jerarquía de países).
El último informe PISA
apuntó que en España funcionaban mejor las clases con pocos alumnos y de diferentes niveles. Hay que tener en
cuenta los condicionantes.
El resultadismo es un
cáncer que ataca la integración, pluralidad, igualdad.
Lo mismo sucede con la
sanidad, medida por las listas de espera, de ahí que se prime a los médicos
solo por su velocidad; por tanto, la sanidad pública tendrá siempre peores
resultados que la privada y algunas autoridades intentarán sustituir la pública
con la privada. Aunque sabemos que el tratamiento de una enfermedad grave puede
suponer en USA la bancarrota familiar, en Europa no nos damos cuenta.
También con las
pensiones, se potencia su privatización.
Las encuestas además
pueden ser manipuladas.
Lo mismo sucede en el
ámbito del transporte público y privado. En lugar de favorecer el transporte
público, se favorece el coche eléctrico y se encarece el acceder al centro de
las ciudades, lo cual supone una discriminación económico-social.
EL EGOÍSMO COMO
OPORTUNIDAD DE NEGOCIO (Comodidad del
usuario, degradación laboral)
El egoísmo que ha
afectado a la industria hotelera, al sector del taxi, a los artistas (piratería
en internet), a las tiendas, tiene una coartada: la comodidad del usuario; pero
puede suponer la mayor degradación de las fuerzas laborales de los últimos cien
años (salarios de miseria, pseudoesclavos).
EL REGRESO A LA
PLACENTA
(Individualismo, incomunicación)
La búsqueda de la
comodidad extrema ha hecho que el ser humano se encierre en su casa y lo
gestione todo desde esta: comprar por internet, visitas médicas, las relaciones
sexuales. El ahorro de tiempo se ha convertido en la excusa perfecta del
despotismo.
Humorísticamente dice
que serán las impresoras 3D las que resolverán las carencias afectivas.
La robotización no solo
provoca la pérdida de empleos, sino la pérdida de interlocutor (tutoriales,
locutorios de compañías telefónicas).
CONTRA EL CALENDARIO
BIOLÓGICO
(Defensa de lo natural, incomunicación)
La gestación subrogada
posibilita saltarnos toda norma vital, pero da carta blanca para abusar
laboralmente de las mujeres.
El autor no ve la
necesidad de los homosexuales de casarse ni de tener hijos.
La esperanza de vida ha
generado un elevado número de pensionistas cuyo dinero es absorbido por
empresas privadas geriátricas.
Termina el capítulo
hablando de los controles a distancia (pulseras de los abuelos, alarmas,
móviles de los niños, etc.) que generan una ficción de cercanía que le
preocupa, pues terminaremos reuniéndonos en Navidad por vídeoconferencia.
EL DÍA DESPUÉS DEL
APOCALIPSIS (Catastrofismo)
El discurso
apocalíptico caracteriza a las personas que biológicamente se acercan a la
extinción. Pretenden hacernos creer que su decrepitud es la decrepitud del
mundo.
Los discursos
apocalípticos se contrarrestan con la indiferencia a largo plazo (vacas locas).
Otros problemas
futuros: cambio climático, los jóvenes vivirán peor.
Los jóvenes sin alas
son muy útiles.
Jóvenes con móvil:
hipercomunicación como aislamiento.
NO FUTURO
(Individualismo, seguridad ciudadana, solidaridad)
Hay que ilusionar a las
futuras generaciones y nuestra visión apocalíptica no les sirve.
¿Lo virtual puede
sustituir a lo real? ¿La satisfacción personal puede sustituir a la
satisfacción de dar satisfacciones a otros? ¿El solipsismo y aislamiento dan
más felicidad que la justicia colectiva y el rigor moral?
El fundamentalismo
individualista lleva a la anulación de las necesidades sentimentales, del amor.
Nos aislamos del mundo
como si fuésemos famosos, aislados y temerosos; entonces el Estado regresa para
darnos la seguridad y la promesa de confort en una mansión llamada patria, que
es un conjunto de diferencias y disparidades.
Las nuevas tecnologías
han avanzado, pero no ante la
desigualdad, el drama migratorio, la degradación ecológica (queda fuera de su
modelo de negocio). Nuestra labor es la de redirigirla hacia esos problemas.
La respuesta social
ante la austeridad ha siso aprovechada por los buitres para presentar su utopía
de conveniencia.
Quizá el tirano seamos
nosotros.
Gracias, de verdad.
ResponderEliminarGracies a esto igual apruebo tovia
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