lunes, 11 de marzo de 2019

HISTORIA DE UNA ESCALERA: PRESENTACIÓN Y FRAGMENTOS






"HISTORIA DE UNA ESCALERA" de BUERO VALLEJO

Lee el siguiente texto de "Historia de una escalera":

Fragmento del Acto I
[...] (Intenta marcharse.)
FERNANDO.- No, no. Te lo suplico. No te marches. Es preciso que me oigas... y que me creas. Ven. (La lleva al primer peldaño.) Como entonces.
(Con un ligero forcejeo la obliga a sentarse contra la pared y se sienta a su lado. Le quita la lechera y la deja junto a él. Le coge una mano.)
CARMINA.— ¡Si nos ven!
FERNANDO.— ¡Qué nos importa! Carmina, por favor, créeme. No puedo vivir sin ti. Estoy desesperado. Me ahoga la ordinariez que nos rodea. Necesito que me quieras y que me consueles. Si no me ayudas, no podré salir adelante.
CARMINA.- ¿Por qué no se lo pides a Elvira?
(Pausa. Él la mira, excitado y alegre.)
FERNANDO.— ¡Me quieres! ¡Lo sabía! ¡Tenías que quererme! (Le levanta la cabeza. Ella sonríe involuntariamente.) ¡Carmina, mi Carmina!
(Va a besarla, pero ella le detiene.)
CARMINA.-¿Y Elvira?
FERNANDO.-¡La detesto! Quiere cazarme con su dinero. ¡No la puedo ver!
CARMINA.— (Con una risita.) ¡Yo tampoco! (Ríen, felices. )
FERNANDO.—Ahora tendría que preguntarte yo: ¿Y Urbano?
CARMINA.—¡Es un buen chico! ¡Yo estoy loca por él! (FERNANDO se enfurruña.) ¡Tonto!
FERNANDO.— (Abrazándola por el talle.) Carmina, desde mañana voy a trabajar de firme por ti. Quiero salir de esta pobreza, de este sucio ambiente. Salir y sacarte a ti. Dejar para siempre los chismorreos, las broncas entre vecinos... Acabar con la angustia del dinero escaso, de los favores que abochornan como una bofetada, de los padres que nos abruman con su torpeza y su cariño servil, irracional...
CARMINA.— (Reprensiva .) ¡Fernando!
FERNANDO.—Sí. Acabar con todo esto. ¡Ayúda me tú! Escucha: voy a estudiar mucho, ¿sabes? Mucho. Primero me haré delineante. ¡Eso es fácil! En un año... Como para entonces ya ganaré bastante, estudiaré para aparejador. Tres años. Dentro de cuatro años seré un aparejador solicitado por todos los arquitectos. Ganaré mucho dinero. Por entonces tú serás ya mi mujercita, y viviremos en otro barrio, en un pisito limpio y tranquilo. Yo seguiré estudiando. ¿Quién sabe? Puede que para entonces me haga ingeniero. Y como una cosa no es incompatible con la otra, publicaré un libro de poesías, un libro que tendrá mucho éxito...
CARMINA.— (Que le ha escuchado extasiada.) ¡Qué felices seremos!
FERNANDO. - ¡Carmina!
(Se inclina para besarla y da un golpe con el pie a la lechera, que se derrama estrepitosamente. Temblorosos, se levantan los dos y miran, asombrados, la gran mancha blanca en el suelo.)

TELÓN

ACTIVIDADES

Para hacer el comentario de texto vamos a responder previamente a esta serie de preguntas:

TEMA
1.- ¿Cuál es el deseo de Fernando en la primera parte del texto? ¿Y en la segunda parte?
      ¿Consigue ambos objetivos al final de la obra?
      Por tanto, ¿qué nos querrá transmitir el autor con ese final?
      ¿Se puede hacer una lectura social? ¿Y existencial?

ESTRUCTURA EXTERNA
 2.- ¿Cuál es la división clásica de una obra de teatro?
      ¿Con qué palabra termina el texto? Por tanto, ¿dónde podríamos situar la obra?

ESTRUCTURA INTERNA
3.- ¿Qué parte del texto se refiere a temática afectiva?
     ¿Qué parte se refiere a asuntos laborales?
     ¿Coinciden estas partes con los dos objetivos de Fernando?
   ¿Hay alguna diferencia entre ambas partes en cuanto a la extensión de las intervenciones y en cuanto al personaje que interviene?
     ¿En qué parte predominan las exclamaciones y las frases exhortativas?

RESUMEN
4.- ¿Qué hace Fernando al principio?
     ¿Cómo reacciona Carmina?
     ¿Qué intentan comprobar ambos?
     Cuando ya se siente más seguro Fernando, ¿qué le expone a Carmina?
     ¿Cómo termina el texto?

COMENTARIO
5.- Relaciona el espacio y el tiempo con el título de la obra.
     ¿Hay un contraste entre el término "historia" y " esa escalera"?
     ¿Se respeta la unidad de lugar? ¿Qué busca el autor con ello?
     ¿Es simbólica la escalera?
     ¿Cómo nos presenta el autor en este fragmento a Fernando?
     ¿A qué está dispuesto a renunciar a cambio del amor de Carmina?
     Conociendo el final de la obra, ¿seguimos teniendo la misma opinión de este personaje?
     ¿Cómo se nos presenta aquí Carmina? ¿Y al final de la obra?
     ¿A qué personajes se alude en el texto? ¿Qué persigue cada uno de ellos? ¿Consiguen sus objetivos al final de la obra?
     ¿Veis alguna diferencia entre las aspiraciones de los hombres y de las mujeres?
     ¿Cómo definirías el lenguaje de los jóvenes?
     ¿Hay diferencia de ritmo entre la primera y la segunda parte?
     ¿Qué indican las acotaciones escénicas?
     ¿Hay ironía en el texto?
     ¿Qué tiempo verbal predomina en la segunda parte? ¿Por qué?
     ¿Tiene algún significado el derramamiento de la leche?
     ¿Percibes algún contraste al final de la obra?

Historia de una escalera, acto I (fragmento)
URBANO.—(Sonriendo.)Escucha, papanatas. Para subir solo, como dices, tendrías que trabajar todos los días diez horas en la papelería; no podrías faltar nunca, com o has hecho hoy...
FERNANDO.—¿Cómo lo sabes?
URBANO.—¡Porque lo dice tu cara, simple! Y déjam e continuar. No podrías tumbarte a hacer versitos ni a pensar en las musarañas; buscarías trabajos particulares para redondear el presupuesto y te acostarías a las tres de la m añana contento de ahorrar sueño y dinero. Porque tendrías que ahorrar, ahorrar como una urraca; quitándolo de la comida, del vestido, del tabaco... Y cuando llevases un montón de años haciendo eso, y ensayando negocios y buscando caminos, acabarías por verte so licitando cualquier miserable empleo para no morirte de hambre... No tienes tú madera para esa vida.
FERNANDO.—Ya lo veremos. Desde mañana misma. URBANO.—(Riendo.) Siempre es desde mañana. FERNANDO.—Ya lo veremos. Desde mañana mismo.
URBANO.—(Riendo.) Siempre es desde mañana. ¿Por qué no lo has hecho desde ayer, o desde hace un m es? (Breve pausa.) Porque no puedes. Porque eres un soñador. ¡Y un gandul! (FERNANDO le mira lívido, conteniéndose, y hace un movimiento para marcharse.)
¡Espera, hombre! No te enfades. Todo esto te lo digo como un amigo. (Pausa.)
FERNANDO.— (Más calmado y levemente despreciativo.) ¿Sabes lo que te digo? Que el tiempo lo dirá todo. Y que te emplazo. ( URBANO le mira.) Sí, te emplazo para dentro de... diez años, por ejemplo. Veremos, para entonces, quién ha llegado más lejos; si tú con tu sindicato o yo con mis proyectos.
URBANO.— Ya sé q ue yo no llegaré m uy lejos; y tampoco tú llegarás. Si yo llego, llegaremos todos. Pero lo m ás fácil es que de ntro de diez años sigam os subiendo esta escalera y fumando en este «casinillo».
FERNANDO.— Yo, no.(Pausa .) Aunque quizá no sean muchos diez años... (Pausa) URBANO.— (Riendo.) ¡Vamos! Parece que no estás muy seguro.
FERNANDO.— No es eso, Urbano. ¡Es que le tengo miedo al tiempo! Es lo que más me hace sufrir. Ver cómo pasan los días, y los años..., sin que nada cambie. Ayer mismo éramos tú y yo dos críos que veníamos a fuma r aquí, a escondidas, lo s primeros pitillos... ¡Y hace ya diez años! Hemos crecido sin darnos cuenta, subiendo y b ajando la escalera, rodeados siempre de los padres, que no nos entienden; de vecinos que murmuran de nosotros y de quienes murmuramos... Buscando mil recursos y soportando humillaciones para poder pagar la casa, la luz... y las patatas.( Pausa .) Y mañana, o dentro de diez años que pueden pasar como un día, como han pasado estos últimos ..., ¡sería terrible seguir así! Subiendo y bajando la escalera, una escalera que no conduce a ningún sitio; haciendo trampas en el contador, aborreciendo el trabajo,.., perdiendo día tras día... (Pausa .) Por eso es preciso cortar por lo sano.
URBANO.—¿Y qué vas a hacer? 
FERNANDO.-No lo sé. Pero ya haré algo. 
URBANO.—¿Y quieres hacerlo solo? 
FERNANDO.—Solo.
URBANO.—¿Completamente? (Pausa.) 
FERNANDO.-Claro.
URBANO.—Pues te voy a dar un consejo. Aunque no lo creas, siempre necesitamos de los demás. No podrás luchar solo sin cansarte.
FERNANDO.—¿Me vas a volver a hablar del sindicato? 


 Historia de una escalera, acto III (fragmento)
CARMINA, HIJA.—¡Fernando! Ya ves... Ya ves que no puede ser.
FERNANDO, HIJO.—¡Sí puede ser! No te dejes vencer por su sordidez. ¿Qué puede haber de común entre ellos y nosotros? ¡Nada! Ellos son viejos y torpes. No comprenden... Yo lucharé para vencer. Lucharé por ti y por mí. Pero tie nes que ayudarme, Carmina. Tienes que confiar en mí y en nuestro cariño.
CARMINA, HIJA.-¡No podré!
FERNANDO, HIJO.-Podrás. Podrás... porque yo te lo pido. Tenemos que ser m ás fuertes que nuestros padres. Ellos se han deja do vencer por la vida. Ha n pasado treinta años s ubiendo y bajando esta escalera... Haciéndose cada día má s mezquinos y más vulgares. Pero nosotros no nos dejaremos vencer por este a mbiente. ¡No! Porque nos marcharemos de aquí. Nos apoyare- mos el uno en el otro. Me ayudarás a subir, a dejar para siempre esta casa mi serable, estas broncas constantes, estas estrecheces. Me ayudarás, ¿verdad? Dime que sí, por favor. ¡Dímelo!
CARMINA, HIJA.—¡Te necesito, Fernando! ¡No me dejes!
FERNANDO, HIJO.—¡Pequeña! (Quedan un momento abrazados. Después, él la lleva al pri- mer escalón y la sienta junto a la pared, sentándose a su lado. Se cogen las manos y se miran arrobados.)
Carmina, voy a empezar en seguida a trabajar por ti. ¡Tengo muchos proyectos! (
CARMINA, la madre, sale de su casa con expresión inquieta y los divisa, entre disgustada y angustiada. Ellos no se dan cuenta.) Saldré de aquí. Dejaré a mis padres. No los quiero. Y te salvaré a ti. Vendrás conmigo. Abandonaremos este nido de rencores y de brutalidad.
CARMINA, HIJA.—¡Fernando!
(
FERNANDO, el padre, que sube la escalera, se detiene, estupefacto, al entrar en escena.)
FERNANDO, HIJO.—Sí, Carmina. Aquí sólo hay brutalidad e in comprensión para nosotros. Escúchame. Si tu cariño no me falta, emprenderé muchas cosas. Pri mero me haré apa rejador. ¡No es di fícil! En unos a ños me haré un bue n aparejador. Ganaré mucho diner o y me solici- tarán todas las empresas constructoras. Para entonces ya estaremos casados... Tendremos nues- tro hogar, alegre y limpio..., lejos de aquí. Pero no dejaré de estudiar por eso. ¡No, no, Carmi- na! Entonces me haré ingeniero. Seré el mejor ingeniero del país y tú serás mi adorada mujerci- ta...
CARMINA, HIJA.—¡Fernando! ¡Qué felicidad!... ¡Qué felicidad!
FERNANDO, HIJO.-¡Carmina!
(Se contemplan extasiados, próximos a besarse. Los padres se miran y vuelven a observarlos. Se miran de nuevo, largamente. Sus miradas, cargadas de una infinita melancolía, se cruzan sobre el hueco de la escalera sin rozar el grupo ilusionado de los hijos.)
TELÓN  

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