domingo, 10 de marzo de 2019

LUIS ALBERTO DE CUENCA: HOLA, MI AMOR, YO SOY EL LOBO

EPIGRAMA
Me gustó imaginar, como a todos los hombres,
que la chica que amaba se acostaba con otros,
que se lo hacía incluso con gente de su sexo,
para darme más morbo y más psicopatía.

Me divirtió sufrir con esos disparates,
pensar que aquellas curvas que tanto me excitaban
habían sido de tirios y serían de troyanos.
Pero traspasé el límite. Lo tomé tan en serio
que tuve que vengar mi honor nunca ofendido
en el plano real, que es el que menos cuenta.
Sí. La maté en el mismo lecho en que imaginaba
que me había engañado tan deliciosamente,
y luego me maté, por si cupieran dudas
de mi amor, silenciando críticas venideras.

Caminante que pasas al lado de esta tumba,
que estas palabras guíen tus pasos en la vida.
Por más que te divierta imaginarla en brazos
de alguien que no seas tú, no pierdas el sentido.
Mátala solo a ella, trocea su cadáver
y búscate otra chica para seguir soñando.

TAMAÑO NATURAL
No se enfada nunca conmigo.
No se enfada si me emborracho,
si no traigo dinero a casa
o si me olvido de su santo.
No se enternece si, entre besos,
y entre dulcísimos abrazos,
le musito: "Agujero mío",
no se entera cuando la engaño,
ni se ríe al contarle un chiste,
ni se quema cuando me abraso.
Debería librarme de ella
-bastaría un simple pinchazo-,
pero nunca podría hacerlo
porque la amo, la amo, la amo.

EL TATUAJE
Llevabas un tatuaje en la barriga
con la frase siguiente: "La verdad
es inútil". De noche y con dos copas
de más, todo tatuaje tiene morbo,
y este, además, tenía mucha miga.
Besé con avidez el aforismo,
y las letras se fueron diluyendo
en mi boca despacio, dulcemente,
como perlas disueltas en champán.

EL DESAYUNO
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.

Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

SONETO DEL AMOR DE OSCURO
La otra noche, después de la movida,
en la mesa de siempre me encontraste
y, sin mediar palabra, me quitaste
no sé si la cartera o si la vida.

Recuerdo la emoción de tu venida
y, luego, nada más. ¡Dulce contraste,
recordar el amor que me dejaste
y olvidar el tamaño de la herida!

Muerto o vivo, si quieres más dinero,
date una vuelta por la lencería
y salpica tu piel de seda oscura.

Que voy a regalarte el mundo entero
si me asaltas de negro, vida mía,
y me invaden tu noche y tu locura.

LA VENUS DE WILLENDORF
Entre las chicas norteamericanas
que estudian español en la academia
de enfrente de tu casa, hay una gorda
que es igual que la Venus de tus sueños.
Bajo una camiseta de elefante
que pone «University of Indiana
(Jones)» y unos pantalones de hipopótamo,
se mueve por el mundo con el arte
que le da su ascendencia mitológica.
Hace ya varios días que vigilo
desde el balcón su cuádruple barbilla
y el sol dorado de su cabellera.
Hace ya varios días que le envío,
cuando se pone a tiro de mis ojos,
dardos de amor y flechas de deseo.
Pero no llegan nunca a su destino.

POLITICAL  INCORRECTNESS
Sé buena, dime cosas incorrectas
desde el punto de vista político. Un ejemplo:
que eres rubia. Otro ejemplo: que Occidente
no te parece un monstruo de barbarie
dedicado a la sórdida tarea
de cargarse el planeta. Otro: que el multi-
culturalismo es un nuevo fascismo,
sólo que más hortera, o que disfrutas
pegando a un pedagogo o a un psicólogo,
o que el Mediterráneo te horroriza.
Dime cosas que lleven a la hoguera
directamente, dime atrocidades
que cuestionen verdades absolutas
como: "No creo en la igualdad". O dime
cosas terribles como que me quieres
a pesar de que no soy de tu sexo,
que me quieres del todo, con locura,
para siempre, como querían antes
las hembras de la Tierra.

LA MALCASADA
Me dices que Juan Luis no te comprende,
que sólo piensa en sus computadoras
y que no te hace caso por las noches.
Me dices que tus hijos no te sirven,
que sólo dan problemas, que se aburren
de todo y que estás harta de aguantarlos.
Me dices que tus padres están viejos,
que se han vuelto tacaños y egoístas
y ya no eres su reina como antes.
Me dices que has cumprido los cuarenta
y que no es fácil empezar de nuevo,
que los únicos hombres con que tratas
son colegas de Juan en IBM
y no te gustan los ejecutivos.
Y yo, ¿qué es lo que pinto en esta historia?
¿Qué quieres que haga yo? ¿Que mate a alguien?
¿Que dé un golpe de estado libertario?
Te quise como un loco. No lo niego.
Pero eso fue hace mucho, cuando el mundo
era una reluciente madrugada
que no quisiste compartir conmigo.
La nostalgia es un burdo pasatiempo.
Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio,
píntate más, alisa tus arrugas
y ponte ropa sexy, no seas tonta,
que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte,
y tus hijos se van a un campamento,
y tus padres se mueren.

EL ENCUENTRO
En Salamanca, el último noviembre,
te encontré por la calle, tan delgada
como entonces, pero con más arrugas.
Dabas clase de no sé qué muy raro
(Textología, por ejemplo) y eras
muy feliz explicando a tus alumnos
lo divino y lo humano. Me dijiste
que tus hijos quedaron en Madrid,
con su padre, y que sólo los veías
-ya eran mayores- tres o cuatro veces
al año; que te habías doctorado
(¡por fin!) y que ahora sólo te faltaba
ser funcionaria para ver el mundo
desde el lugar que merecías.
 Yo te dije que bueno, que pasaba
por allí casualmente, que tenía
un amigo escritor en Salamanca
y que había venido a visitarlo.
Tú me dijiste: “¿Tienes mucha prisa
o podemos tomarnos algo juntos?”
 Después de muchas copas, con el alba
siguiendo nuestra pista, te lo dije:
“Desde entonces no ha habido otra mujer.”
Y en mi interior bullía la mentira
al alimón con el deseo, y todo
-aquel horrible bar, tú y yo, la noche-
era tan esperpéntico y absurdo

que se parecía a la vida.

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